sábado, 22 de abril de 2006

LOCURA

Mi corazón corre, pulsa
nuevamente siento el mareo
¿...nadie ve lo que yo veo?
¿...nadie escucha el murmullo?
ese peligro en capullo
oculto en el suelo arenoso?
No hay reposo!
¿...qué no notan
como vuelan, como flotan
y salen de los armarios?
¿qué son seres imaginarios?
otro más de mis lamentos?
No, señor!
me someten a tormentos
pero yo no soy soplón!
pongo mi condición
yo no hablo, no delato!
...Quiero irme por un rato
a otro pensamiento,
y no puedo, porque siento
que ya no andan escondidos...
como ratas de sus nidos
salen mostrando los dientes,
de sus bocas malolientes
les está goteando grasa
y yo entiendo que les pasa,
porque soy El Elegido!
vuelvo a sentir el latido...
fuerte en la sien, en el pecho
Señor, que locura, ¿qué he hecho?!
¿es qué salté al vacío?
¿eso allá abajo, es un río?
¿corre sangre en sus caudales?
Apiádate Señor de mis males
y concédeme el descanso...

jueves, 13 de abril de 2006

A POMPEYA....EN EL TOYOTA DE JUAN

Queridos Lectores:
Esta historia es verdadera. Pasó tal cual, asiesque ojo, porque la vida, a veces, es más sorprendente que la fantasía.


El gremio de los torneros es un gremio complicado. Los últimos moicanos del trabajo artesanal, se dejan querer. Prometen 5000 perillas para el martes , llegan con 400 el viernes, y ni se inmutan. Simpáticos, mentirosos, cascarrabias, bajan el polvillo y la viruta a punta de vino tinto. Maestro Lillo, Maestro Tapia, Maestro Villalón...todos cortados por la misma tijera,... todos, salvo...el Maestro Marin. El nert de vuelo a ras de piso, prometía 250 perillas...y llegaba con las doscientos cincuenta.
Mi hermana Claudia y yo, nos habíamos vuelto adictas al Maestro Marín. Por fin alguien en quien confiar. Ya era bastante difícil tener que justificar a diario frente a los amigos y a la parentela, la quimera en que estábamos embarcadas, como para tener que soportar las tiranías de los torneros estrella. La quimera se llamaba "Ingenio" (que horror...!) , un taller de muebles y accsesorios para niños, en el cual la Claudia iba a refundar el diseño, sacándole lustre a su título de diseñadora de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Parece que yo era financista, ya no me acuerdo, en todo caso, tengo la sensación de que era la subordinada de mi hermana, pero, a estas alturas,... para que meterse en honduras sicológicas...
Un día- el maestro Marin, a esas alturas absoluto poseedor de nuestra confianza- decidió que ya no más! Se negaba a viajar dos horas en micro con el saco al hombro, para entregar escuálidas 250 perillas. No hubo ruego que lo ablandara. Se acabó! Si queríamos perillas, ni un problema, pero teníamos que retirarlas en la Calle Pompeya número 8, su residencia.
Después de parlamentar un rato, decidimos que no nos quedaba otra, había que partir. El problema: no había más auto diponible que "el Toyota de Juan".
Juan, (John) el marido de la Claudia, descendiente de inglés por padre y madre, tiene la presición del Big Ben. Hombre organizado, ordenado, metódico, todavía intenta reponerse del impacto que le causó la primera vista que tuvo del closet de su señora. Si a eso, además, le sumamos a la parentela de la señora...en fin, el caso es que ese día, y por razones que se ignoran, Juan decidió dejar al niño de sus ojos (el Toyota) estacionado en el patio de la casa.
Como estábamos realmente necesitadas, convencí a mi hermana que ojos que no ven, corazón que no siente. Juan NUNCA JAMAS se iba a enterar que habíamos sacado a pasear al niño, y , por lo demás, cuando uno se casa, lo mio es tuyo, y lo más importante, lo tuyo es mío. Asiesque partimos mi alma!!. Con el mapa de la guía de teléfonos en la falda, yo hacía de copiloto mientras la Claudia se concentraba en darle curso al Toyota por los vericuetos de Santiago Poniente. Después de infinitos tumbos, llegamos a la calle Pompeya. Era un callejón de tierra, cerrado por el fondo y cercado por dos orillas de casas chatas. Estacionamos el Toyota, cerramos, tocamos el timbre en el número ocho y vimos aparecer al Maestro Marín. Serio como siempre, con los quince pelos ¡colorines! peinados transeversalmente sobre el cráneo, nos hizo pasar a su casa. Recuerdo haber avanzado por un pasillo largo y oscuro, todavía en obra gruesa, y haberme fijado en los frisos que adornaban las cornisas del cielo. Greco-romano, iba pensando, tremendo acto poético el del maestro Marín, cuando escucho a la Claudia exclamar un chuuuu!!!...se me quedaron la llaves dentro del auto!
El maestro Marín chantó en seco. Conectó la neurona tic con la neurona tac, le giraron los ojos como trompo y babeando de entusiasmo dijo: "momentito, ezto (ceseaba) lo zoluzionamoz de una patada".
Llegó corriendo con un maletín de gásfiter, unas ganzuas, unos alambres y unos fierros que hicieron palidecer a la pobre Claudia. Era pura líbido cuando se inclinó sobre el Toyota y empezó a machacarle las gomas de la ventana tratando de meter el alambrito. Hizo un lazo con el alambre, después de mucho esfuerzo (y mucho rallón) logró meterlo por la rendija entre la goma y la ventana, lo hizo descender con la presición de un cirujano y avanzó, ñac, ñac, tratando de enlazar el pituto. La idea era bajarlo forcejando.
A los cinco minutos, habían aparecido los niños del barrio, a los diez, los hombres de los alrededores, a los quince, las vecinas con sus sillas. Entre todos se estaban violando al Toyota. Era una lucha libre entre los machos de Pompeya y el auto de Juan. Le "hacían palanca", trataban de bajar el vidrio empujando con los dedos, le pateaban los neumáticos por si acaso.
La Claudia, pobrecita, figuraba sentada en la cuneta, demacrada, mirando como le despedazaban el auto. "Métele por aquí, Cantiflas, levanta la goma, eso compadre, lacee el pituo".
Marín, el mateo del curso, insistía en que "yo eztoy a cargo de la zituazión", pero no hacía progresos. EL pituto se enchuecaba cediendo al forcejeo, pero cuando estaba a punto de bajar...irremediablemente se corría el alambre. Cada intento era acompañado de un uuuuh??? y seguido de un ahhhhhá!
La Claudita se puso a llorar... "Eso me pasa por hacerte caso, ...el Toyota de Juan...", "Juan me va a colgar..." Las gomas del vidrio fueron, de a poco, tomando el aspecto de la boca de un guatero,( se pusieron lásias) mientras la Claudia lloraba a mares con lágrimas de verdad. A todo ésto, yo también empecé a sentir una humedad particular. Click, clack, gota a gota. ME ESTABA REBALSANDO ¡La hora de la papa de la pobre Antonia, mi guagua de cuatro meses!
Piedad, Dios mío, no puede ser...pero, como decían las monjas de mi Colegio, los caminos de Dios son misteriosos...y operó el milagro de la cuneta. Ahí, sentada en la vereda, cargando con dos mapa mundi que goteaban sin contemplación, pude evidenciar lo que significa la solidaridad femenina...
"Tome, le prestamos la guaguita...." me dijo la que parecía presidenta del centro de madres de la Calle Pompeya, hizo aparecer un bultito envuelto en chales y me lo puso en la falda.
La Claudia, que vió como yo pestañaba a cien por hora de puro desconcierto, me miró con cara de "no se te ocurra rechazar la guagua.., ahí si que treminan de sonarnos el auto!!".
No hubo escapatoria. Tuve que dejar que entre las vecinas del barrio me acomodaran la guaguita ajena al pecho. No sólo eso, tuve que amamantar como quien lleva a cabo una ceremonia oficial, rodeada del honorable público, al que además le dió por alentar al lactante ("eso, asi, siga así, que lindo como toma...").
Mis pechugas, igual que el Toyota, habían pasado a ser un bien comunitario. A esas alturas la Claudia convulsionaba. Era un sólo hipo de llanto, carcajadas, tiritones nerviosos. Estábamos en esas, es decir, yo amamantando a un niñito flacuchento que no había visto en la vida, y la Claudia en crisis de estertores, cuando escuchamos unos ruidos, unos gritos que avanzaban por la calle perpendicular a la calle Pompeya. Un par de segundos después apareció un hombre corriendo como si lo persiguiera el demonio. En una fracción de segundo captó la convulsión del barrio, se dió tiempo para parar, rascarse la cabeza y gritar fuerte: "AR TOLLOTA TIENEN QUE SUBIRLE LA MANILLA DE LA SHAPA, METERLE EL ALAMBRE POR LA MANILLA PA DENTRO Y SORTAL EL SEGURO".
Partió rajado, mientras corriendo detrás de él, a unos 50 metros, aparecieron los pacos (policías) tocando el pito.
Fue demasiado! pero, en todo caso...resultó! En menos que canta un gallo, y siguiendo las instrucciones del "especialista", el equipo encabezado por el Maestro Marín se anotó el gol. Grandes abrazos, todos con todos. Los héroes, las víctimas, el público. Sólo faltó darle el abrazo al ladrón, que por razones comprensibles no pudo saborear el triunfo.
Cuando por fin nos sentamos en el auto agradeciendo a todos los Santos el poder partir... no señores! Me volvieron a poner la guagua en la falda, subieron a una docena de cabros chicos en el asiento de atrás del Toyota de Juan y tuvimos que partir con los niños del barrio a "darles una vueltecita".

EPILOGO
1-La Claudia y yo, de noche, con linterna, repasando las gomas del Toyota con un lápiz "Scripto"color negro.
2- Juan, de vez en cuando, ladeando la cabeza y preguntando: ¿Claudia, no es por ser fijado, pero, no te parece que está chueco el pituto?

martes, 4 de abril de 2006

DE RECLAMES Y CULTURA

¿Mijita,.... a dónde va?
A Zabala voy a comprar, mamá!
(...Casa Zabala, la que al vender..regala!)

Pero cuidado, no se vaya a caer...
...pero mamá, si ando con...
"Suelas Vibram, las del andare fáchille"

..y si llueve?
Ah.."cuando llueve, todos se mojan, menos los que usan impermeables Gendelman".

Así podría haber sido una conversación en los años de la infancia. Los réclames (propaganda) o "réclamen" en la jerga infantil, que escuchábamos a diario por la radio y la tele en blanco y negro, se incorporaban a la vida como el pan con mantequilla a la vuelta del colegio. En una época en que las cosas estaban hechas para durar, también nuestros queridos reclamen duraban años.
"De noche y de mañanita, O-don-ti-ne, suave espumosa y fresquita, O-don-ti-ne...le regala una sonrisa luminosa...y en su boca una sensación tan deliciosa...". Todos los días mientras nos poníamos el uiforme. Soñábamos con tener una "Sonrisa Pep" y cuando queríamos deshacernos de un pretendiente latero, mentalmente "Rociábamos el salon con RAAAAID (mata moscas, mata zancudos, mata polillas...)
Sospecho que en muchos casos, los "creativos" eran los mismos dueños de las empresas. Si no, cómo se explica..."¿y Usted, que opina??..para pinturas, Soquina!!
En otros luce la mano experta, como en el fantástico "Mami quiero leche Calo, pues me gusta su sabor, tiene mucha vitamina...mmmm, y me da mucho vigor" o el mítico "La Polar, llegar y llevar". Hubo algunos insoportables como: "Calaff y no hay maf!" (uf), algunos, simplemente, maravillosos..."lapicera Parker, se llena sóla, como la luna" (creación del poeta Eduardo Anguita) y otros adorables por aquello que evocan, como el de cuadernos Colón, en que.. "A Castilla y a León, nuevo mundo dio Colón".
Todos, buenos, malos, más o menos, eran garantía de éxito porque tenían una audiencia cautiva. Con tres canales de TV, sin control remoto, sin TV Cable, no había dónde perderse. Imposible circular un sábado por Santiago sin escuchar a través de alguna ventana, a Don Francisco cantando..."ja, ja, ja, já...Otto Krauss, Otto Krauss, Otto Kraauss!!!".

Pero las cosas han cambiado. Ya nadie obliga a los consumidores a bancarse la propaganda, especialmente si se cuenta con TV cable. Basta un click para sustraerse del galmour de la Valeria Massa o del peor de todos, el viejo Pascuero de Falabella (..Pascua feliz para to-dos, (de matarlo!!!)
La televisión como herramienta de marketing sólo tiene un efecto parcial, y penetra poco en el codiciado ABC1. Por eso el bombardeo de insertos en El Mercurio.
Consecuencia: tienen a la mitad de los suplementeros de Santiago con bursitis crónica y los papeleros atestados de publicaciones de lujo sin abrir. El diario del sábado puede llegar a pesar dos kg! Dos kilos de fotos de esprimidores, pantallas planas, cremas para la cara, viajes al Caribe, "imperdibles" que han ido perdiendo el brillo.
Las grandes tiendas y las grandes empresas proveedoras de servicios, ya sea energía, computación, televisión por cable etc, insisten en asociar la imagen de su empresa a su producto, mientras, paradojalmente, los consumidores tenemos la percepción de que los productos son más o menos iguales. A esto se suma una generalizada mala percepción de la atención y solución a los reclamos. Este punto, que me imagino es un dolor de cabeza permanente, especialmente para las empresas prestadoras de servicios, casi no tiene solución. La complejidad de las prestaciones va en aumento, así como la aspiración de satisfacción total de los clientes.
¿Cómo competir y diferenciarse en una sociedad que se está volviendo apática por intoxicación o sobredosis de productos, y que además suele "enojarse" con la empresa a la cual le contrató un servicio?
Respuesta: con la creación de una identidad que trascienda el giro propio de la empresa.
Una identidad volcada hacia la comunidad, que nos haga percibir nuevamente a la empresa como parte de nuestra vida, pero ahora, desde otra dimensión.
Creo que el campo ideal para estos efectos es el de la cultura. Crónicamente escazo de recursos, el quehacer cultural vive de rodillas al momento del financiamiento.
No se trata de que las empresas "inviertan en cultura". Eso es todo y es nada, desde el punto de vista de la empresa. Se diluye y no tiene que ver con su fin específico. Ellas, que necesariamente deben recorrer nuevos caminos publicitarios para contactarse con su público, pueden invertir en imagen, a través de la cultura, que es distinto! Sonará un poquito feo, pero no importa.
Qué les pasaría a Ustedes, queridos lectores, si se encontraran con la NOTICIA, que Almacenes Paris financiará un fondo concursable para montar diez obras de teatro? Se imaginan el entusiasmo que esto generaría en el medio, y la cobertura periodística de la que se puede beneficiar el gestor de una iniciativa así? O con la NOTICIA que Chilectra va a dotar de una importante cantidad de dinero al escuálido premio de cine Pedro Siena? O con la NOTICIA que VTR está apoyando la organización de un gran festival de Jazz, potenciando músicos chilenos e invitando músicos de renombre, o con la NOTICIA que Copec está organizando y financiando un tremendo concurso literario a nivel sudamericano? o con la NOTICIA que Falabella organiza y financia una espectacular muestra plástica itinerante, que recorre todos los rincones de Chile?
Nuestros queridos actores, pintores, músicos, escritores, poetas tendrían hitos hacia los cuales orientar su quehacer creativo y nuestra escena cultural sería más vibrante.
A las empresas que en vez de gastar fortunas en insertos que promocionan tostadores, o en avisos que hablan de una supuesta impecabilidad en el servicio, o de frases que no significan nada ( "construyendo futuro"), destinen enregías y recursos en acciones específicas para reactivar la escena cultural de nuestro país, las querríamos más, las respetaríamos más, nos fidelizaríamos con ellas, les estaríamos (secretamente) agradecidos.
Claramente saldríamos todos ganando!