viernes, 31 de marzo de 2006

VISITA AL DOCTOR

Doctor,
algo en el corazón
me está latiendo muy lento
algo se aleja,
algo presiento...
como aleteos,
como un silbido
como el crujir del vidrio molido...
A ver, señora...
¿le duele el costado?
tiéndase de lado
tosa, respire
le pido que mire
directo a la luz
...todos tienen su cruz
esta vida agitada...
Me mira
con cara de nada,
denuevo la explicación...
el mentolathum,
el huevo de Colón.
Es el "Colon"
dice el tonto huevón
mientras yo
miro una ampolleta.
Escribe una receta
y mira desde la altura,
doctor, la dura,
estoy un poco apenada...
Denuevo carita de nada
me tira por el desvío
me receta su metapío
y me pega un parche curita.
(...de verdad, doctor
prefiero el agua bendita)

sábado, 25 de marzo de 2006

DE AMOR Y PASION ES LA VIDA DE LOS GRANDES, ACTO FINAL

Nota:
alcances de nombres con Ustedes, mis queridos (y pacientes) lectores o con su parentela, son coincidencia.

Les recuerdo:
El capítulo anterior narró la historia ocurrida a fines de la década del 40, y luego a fines de los 60, entre Morandé, la Adriana y Serrano. Termina con la muerte de estos últimos en el fondo de un barranco...
Ahora volvemos a la situación original, siglo XXI, entre la Mabel, la Gladis y el Mauro.


Me acuerdo que hubo un momento en que no estaba ni acá ni allá, como flotando. Escuchaba a la Gladis y al Mauro que hablaban atolondrados... "-ya pus Mabel, despiertaaaa!!!!, Mauro, llama a la ambulancia que se nos muere la Mabel"
-"es que no me quedan minutos..." "
-"atina, por la cresta! anda a tocarle a la vecina! ...a ver, espérate,!!..parece que está despertando...Mabelcita por el amor de Dios, que te está pasando, despierta huachita, huachi despierta...a ver así, linda preciosa, Mauro tráete aguita...ahora ayúdame a sacarle el vestido... a ver, chuta, pero si tiene enterrado un alfiler de gancho...

-Sientí como algo se me despegó del pecho. Me desperté para ver a la Gladis llorando, con un alfiler de gancho ensangrentado en una mano, y una foto carnet toda chorreada en la otra.
- "Ay ,Mabelcita, no te desmayís denuevo por el amor de Dios! Mira, te enterraste este alfiler de porquería y te pinchazte hasta el tuétano. Esta foto estaba pinchada en el alfiler" me decía la pobrecita mientras hacía pucheros y se limpiaba los mocos.
Yo miré la foto y supe altiro que era el viejo Serrano cuando joven. La famosa Adrianita se casó con Morandé, pero llevaba una foto de Serrano fondeada en el vestido. Bien bonito!
Los chiquillos ni respiraban mientras les fui contando mi sueño. Sueño que por lo demás fué algo distinto, un paseo marcha atrás, en que no era yo la Mabel, sino mi abuela Fresia. Caí en cuenta que mi abuela había trabajado siempre como empleada de la señora Adriana, primero en casa de sus padres, y después, mientras le duró el matrimonio con Morandé.
Cuando les dije a los cabros que seguramente mi abuela bajó del cielo a visitarme para prevenir una desgracia, ya no hubo quien parara a la Gladis...la historia era maní pal mono. Le dió con que: "yo cacho que todo esto no pasó porque si", "cómo que nos están encargando una misión..."
ahí volvió a saltar el Mauro..."ah, no, cabritas, ya van a empezar con la cuestión, ...pero qué te pasa, Mabel, vos te acabai de salvar jabonada, que no te engatuce la Gladis! La cosa se les va a poner super peluda. Misión de qué, por favor...! Yo, ni cagando me meto en esa bolsa de gatos, y menos, de gatos momios!! Fijo que terminamos presos o pagándole algo al banco...!
- Ya nos estábamos agarrando de las mechas, cuando nos dimos cuenta que el maldito vestido denuevo se estaba poniendo hediondo. Más que rápido lo metimos con mancha y todo en una bolsa de basura, le hicimos un par de nudos y lo tiramos debajo de la cama. Después de eso la Gladis decretó que "está clarito" si no hacemos algo, la mina se va a casar con ese vestido que tiene jetta y va a ser infeliz la vida entera. Eso, siesque el abuelo no la mata antes....o le mata al novio". Acto seguido se puso a elaborar su plan.

La "Fase 1", que por lo demás fué la única que explicó, consistía en no limpiar el vestido, dejarlo con la mancha, hasta que llegara la novia a buscarlo el miércoles. "Ahí sonó, porque del miércoles al viernes que se casa, no se lo limpia nadie. Quién se va a querer responsabilizar! Podría mandarlo al Sinc a Sec, pero ahí se lo van a entregar como pa que se lo ponga a las Barbies".

Pasamos el lunes y el martes con dolor de guata, hasta que el miércoles, como a las doce, apareció la famosa Margarita. El Mauro y yo estábamos al aguaite, sentados en un banco en una como plaza que hay frente a la tintorería. Cuando la Gladis apoyó la escoba en la entrada, que era el santo y seña, entramos los dos. La rucia buscó la boleta en una billetera grande con hartos cierres y se la pasó a la Gladis mirando para el techo, como en la luna, mientras le dijo: "vengo a buscar este vestido que estaba para hoy a las nueve".
"Señorita" le dijo la Gladis "con su vestido hay un problema!".
Chuu, la rucia se pegó un guatazo! Abrió tremendos ojos y con la boca chueca gruñó.."Problema????!!!!! me dijiste...problema???!!!"
Ahí la Gladicita estuvo genial, dos cucharadas y a la papa, se las cantó clarito... "mira flaquita, la verdad es que tu tenís problemas harto más grandes que el vestido, y ese vestido, pa que sepai, no podís mirarlo ni de lejos si no querís que se te pegue la mala suerte de tu abuela". "Si te querís casar con Serrano, tenís que hacernos caso!" A estas alturas la rucia estaba con la boca abierta porque la Gladis le estaba dando duro..."Toma" le dijo, y en ese momento, cuando le entregó la carta de su abuelo Morandé (que encontramos en el bolsillo del abrigo de terciopelo) y la foto del abuelo del novio, (que encontramos en el vestido de la abuela) , la Gladis dejó de ser una empleaducha de tintorería. Se transformó en una reina del Tarot. Conocía el destino y lo manejaba a su antojo. Tenía a la flaca comiéndole de la mano. Le contó la historia completa y ni se inmutó para decirle que a veces se llevaba prestada la ropa de las clientas para la casa porque ella y yo teníamos una "misión", y que esta vez le había tocado a su abrigo de terciopelo y al vestido de novia de su abuela, no, perdón, mejor dicho, las prendas la habían elegido a ella, porque así operaba esta cuestión de la ropa y las energías, pero que menos mal, porque así ella la iba a salvar de tanta desventura. Le mostró el vestido manchado con "la sangre del corazón de mi amiga" y le contó de mis "visiones": su abuela Adriana saltando como gata la tapia para arrancarse DE Morandé y arrancarse CON Serrano, de su bisabuela que era el peor de los bichos, una cosa rastrera, una culebra, que había manadado apalear a Serrano, y que solamente había logrado aplazar lo inevitable porque su abuela Adriana igual se había arrancado con su amor, claro que 25 años después y, que esa garrapata, esa sanguijuela de la bisabuela había terminado transformando a Serrano en un loco incendiario que había quemado la casa -"de tu abuelo, cabrita"- había organizado la toma del fundo "de tu abuelo, cabrita" y había terminado muerto con su amante en la garganta de una quebrada. "Qué me decís flaquita?!" Y pa más remate, a vos no se te ocurre nada mejor que casarte con el nieto de Serrano!!!
"Una siempre tiene que ponerse en el lugar del otro y puesta en el lugar de tu abuelo Morandé, yo ni cagando te dejo casarte!
Aquí la pobre flaca no pudo más, se sentó con las patas abiertas en el silloncito de mimbre y dijo suavecito: "entonces ¿qué hago?".
Listo, la Gladis la tenía justo ahí donde quería tenerla, a su merced! De ahí para adelante, la Gladis dió las instrucciones, y la rucia, el Mauro y yo, puro obedecimos. "Por supuesto que te vay a casar, entender al viejo no es lo mismo que hacerle caso puh mijita, pero te queda claro que no podís casarte con ese vestido, no cierto?" Ya, no te aflijai, si por aquí tiene que haber colgado uno que te quede bueno... pero, pensándolo bien,...sabís que más...? Se chantó ahí y no le sacamos palabra.

El viernes a las 7.30 figurábamos la Gladis, el Mauro y yo, en una tremenda Iglesia de la Dehesa. Yo nunca había visto algo más grande, ni siquiera el Templo Votivo de Maipú. La Gladis se puso un dos piezas negro de Givanche, propiedad de la Señora Pía Brown. Yo, "opté" por un vestido sencillo, Cacharelle, también negro, pero de una pieza, propiedad de la Anita Sutil. El positivo del Mauro, por supuesto que salió con que estábamos listas para partir al velorio, pero los trajes discretos eran parte del plan de la Gladis, aunque la verdad es que parecíamos un par de tábanos...
Yo estaba aterrada, y para qué decir el Mauro, que estaba pálido. La Iglesia enorme, esa cantidad de gente elegante como en la repartija de los Oscares, el murmullo que retumbaba, y lo peor, la loca suelta de la Gladis que nos anunció que tenía "todo cachado"."Espérense nomás la sorpresita.." nos dijo un par de veces, con lo que terminaron de parársenos los pelos!
Según ella, lo más importante era reducir al viejo Morandé, que fijo que había ido a la Iglesia con pistola, pero que para eso ella tenía "sus métodos". No nos atrevimos a preguntarle, por miedo a que necesitara un par de ayudantes pero, se las arregló lo más bien solita...

De a poco empezó a llegar la gente. Al rato nos fijamos en un viejo alto, con cara de águila, encorvado igual que su bastón, que avanzó hasta sentarse en la segunda fila, pegado al pasillo principal. Era Morandé, estaba clarito.
La Gladis esperó hasta que la Iglesia estuvo casi llena, y, como que no quiere la cosa, fue diciendo "compermisito, compermisito" hasta que la vimos sentada en segunda fila, entre puros familiares que la miraban con cara de pregunta, al lado de Morandé. Empezó a sonar la música..tan, tatatán, tatatán, tatatán, todo el mundo se paró menos Morandé, y al lado de él, sentada también, nuestra Gladis. ¡Ahí empezó a quedar la tendalada!
Avanzando por la mitad de la Iglesia, pálida y tiritona, venía la Margarita Morandé del brazo de su papá. El papá venía con cara de cordero degollado, porque la novia que traía colgando del brazo no iba precisamente "blanca y radiante", iba VERDE y radiante, una especie de lechuga con zapatos! Detrás de ellos, Serrano junior junior, sonriendo con cara de despistado y levantando de vez en cuando los hombros, como diciendo: a mi no me pregunten, yo no sabía que iba a tener una novia verde. ¡No pus,! como iba a saber, la única que sabía era doña Gladis, que convenció a la novia que no se podía casar de blanco porque sinó, capaz que le fuera como el hoyo, igual que a su abuela etc. etc. y terminó embutiéndola en ese vestido, que por supuesto, robó de la tintorería.

Cuando la caravana iba por la mitad de la alfombra roja, el viejo Morandé se metió la mano al bolsillo, comenzó a sacar la pistola y trató de pararse. La Gladis, que estaba vivo el ojo, zac zac, le dió un tremendo tirón, lo sentó de vuelta y de un sólo manotazo ¡¡¡ LE AGARRO EL PAQUETE!!!. Si señoras y señores, leyeron bién, le agarró el paquete! ¡Ese era el famoso "método"!!Lo dejó clavado en la banca de la Iglesia, más tieso que el cirio del altar, y listo para el infarto. No se movió más. Hizo un amago de putear a la Gladis pa callao y mandarle un par de codazos, pero ella no le aflojó. Le apretaba y le apretaba las gelatinas. El suplicio chino, (o bendición a estas alturas quien sabe) no paró debajo del echarpe de la Gladis mientras estuvieron sentados. Demasiado divertido, a no ser porque el viejo de verdad tenía una pistola y no se sabía hasta dónde el "método" lo iba a mantener a raya. Igual con el Mauro nos sujetábamos la guata mirándole de atrás la cabeza como guinda.
Todavía no nos recuperábamos de la impresión y del ataque de risa, cuando cachamos que algo estaba pasando... Los invitados dejaron de prestarle atención al cura, no podían dejar de dar vuelta la cabeza, algo los atría como un imán. La Iglesia se fue llenando de susurros, el cura se quedó callado y hasta los novios dejaron de mirar al altar y se pusieron de cara a la puerta, que se fue abriendo de a poco...ya no volaba una mosca... Cuando la puerta estuvo abierta de par en par, vimos como avanzaba una pareja a contra luz. El sol de la tarde les pegaba por la espalda y la sombra de la Iglesia les ocultaba la cara. Parecían dos ángeles iluminados. El aire se cortaba con tijera cuando se escuchó un grito, después otro, un golpe de desmayo sobre las bancas...ellos seguían avanzando. El viejo Morandé se fué parando de a poco, apoyado en el brazo de la Gladis. Escuchamos como unas viejitas detrás nuestro decían aterradas..." pero si es la Adriana con Gonzalo Serrano, pero cómo, si están muertos..." y el Mauro que se da vuelta y les dice: Señoras, déjense de leseras.... no estaban muertos, andaban de parranda!

El cura llamó a la calma, invitó a sentarse a la pareja, le echaron aire a los desmayados, casó más que rápido a los que tenía que casar, y la Margarita Morandé, con su traje de novia verde, del brazo de Serrano junior junior, abandonó la Iglesia. Detrás de ellos, la procesión.
Morandé junior con su señora, Serrano junior con su respectiva, la abuela Adriana con su Serrano incendiario, y cerrando el carnaval, nada menos que el patriarca Morandé, más perdido que el teniente Bello, y arrastrando las patas... ¡del brazo de la Gladis!

Ha pasado más de un año de esta historia. Nació el primer Serrano Morandé y todos felices.
Feliz la Margarita, que nunca quiso devolver el traje verde que le robó a la Tuca Ovalle.
Feliz la abuela Adriana , que empezó a cruzar más seguido la frontera para regalonear al bisnieto, el cordón umbilical de las dos familias.
Serrano y Morandé hicieron las paces inclinados sobre la cuna.
El viejo Morandé renació, empezó a florecer, se compró 30 corbatas nuevas, y ahora, todos los días, como a las once, camina silbando hasta la tintorería de la Gladis. Entrega una corbata, recoge otra, y se vuelve silbando...

jueves, 9 de marzo de 2006

Chile, País de contrastes

Situado entre los paralelos 17 al Norte y 56 al Sur, Chile es un país de contrastes.
La naturaleza extrema encarnada en las calizas del desierto y en los glacieres antárticos, nos emociona. El rigor de la sequía eterna en Atacama, lo inaccesible de la alta Cordillera, los bosques Magallánicos, el mar azotando acantilados a lo largo de toda la costa, nos hacen sentirnos héroes de nuestra propia geografía. Hemos aprendido a amar este hecho inalterable incorporándolo a nuestra saga y a nuestra identidad.
Entre Norte Grande y Patagonia, muchos kilómetros de naturaleza a escala humana. Campos, arboledas, bosques, plantaciones, flores...en un clima que va alternando el sol, la brisa, la lluvia casi en la exacta proporción.
Voy pensando asi mientras viajo camino al sur por carreteras de lujo. Pasado Talca diviso unos huasos a caballo. ¡Puchas que es linda mi tierra!
Un poco más allá, el Pronto Copec, la tarjeta de visita del progreso. Todo impecable, bencina, café, chocolates. Voy escuchando al Cigala, que canta en flamenco..."en la vida hay amores que nunca, pueden olvidarse..." claro, como el amor a la tierra...
Próxima parada, Pronto de Loncoche. Más familiar, pulcro, preciso, como el mecanismo de un relojito a cuerda. Me encuentro con una compañera de colegio, su marido, sus cuatro hijos. Ella sigue preciosa, él, encantador y existoso, los hijos, para qué decir. ¿Qué adónde van? Al Lago Ranco y de ahí a Argentina, San Martín de los Andes...y yo? al Rupanco, a dejar a la Florencia donde unos amigos y a viajar una semanita por el Sur... ¡Qué rico...! si..¡ que rico!!
A las siete de la tarde llego al fin del camino y siento un recogimiento sincero frente a tanta belleza. Es la trajeta postal desplegada en toda su dimensión. El cielo como en el día que lo inventaron, el lago, un reflejo de ese mismo día, el volcán por partida doble, apuntando al cielo y reflejado en el agua ¡brilla rosado! iluminado por el sol de la tarde.
El guardia del condominio alza la barrera y entro al paríso. Es el mundo de los superlativos. El cariño, la comida, el vino, el paseo en lancha, los trajes de agua, las termas, la cascada, los helechos, las hortensias...
A la tarde siguiente, salgo del paraíso feliz, y respiro profundo el aire puro ... "puro Chile es tu cielo azulado"... y al echarle una última mirada al volcán por el espejo retrovisor, veo como una mujer jóven se acerca corriendo al auto, pidiéndome por señas que la lleve. Se sube, dejamos atrás a la docena de hombres que espera la micro rural, y nos vamos conversando.
Me voy enterando que trabaja como empleada doméstica con una familia de Santiago que veranea en el Rupanco. Que la "soltaron" un poco tarde porque la señora tenía visitas, y que si no llega a las 8.30 a Entre Lagos, pierde la última micro a Osorno. (Como ya son las 8.15, pienso que tendría que se Mandraque el Mago para llegar a tiempo, pero prefiero no decirle nada, total yo tengo que pasar por Osorno). Ahí vive su mamá que cuida a la Camila, su hijita de dos años. Ese Sábado se va a tomar una "salida con noche", porque después del domingo ya se vuelve con sus patrones a Santiago y pasan dos meses hasta que pueda volver.
A medida que avanza la historia, siento como de a poco se me empieza a pasar la euforia, y, como soy preguntona que no escarmienta, además de tener un gen heredado del ejército de salvación , ( ya me están dando ganas de organizarle la vida...), se me ocurre preguntrale por qué no trata de encontrar un trabajo en Osorno, así estaría cerca de su guagua y todos felices. Me cuenta que un tiempo estuvo trabajando en Osorno, pero que entre los $30.000 que gastaba en locomoción, más lo que le descontaban por turno...
-"¿qué turno, qué descuento, dónde?..."
-"En el Pronto Copec." "Es que a uno le descuentan lo que se roban los clientes"
-¡¡¡????!!!!
-"después de los descuentos me quedaban como $80.000,... y menos la micro,... entonces con $50.000 no me alcanzaba..." me explica.
Para más remate, todo este relato va acompañado de una sonrisa palidita para hacerme sentir bien y que quiere signalizar algo así como: ..."pero Usted no se preocupe, no es culpa suya..."

Quedamos las dos mudas y seguimos viaje casi sin hablar. Ella sentada derechita mirando al frente, y yo tragándome el Rupanco completo, con volcán incluído.
La dejé en la entrada de Osorno. Como metáfora de los tiempos, no encontré nada mejor que pararle en la mitad del "trebol" que conecta no se qué entrada con no se qué paso a nivel. El problema es que tanto progreso se comió hasta la berma y la pobrecita tuvo que hacer piruetas (y yo otras tantas) para salir ilesa.

Pregunta: ¿Es éste el país que queremos? ¿éste el progreso del que estamos-me incluyo- tan orgullosos? ¿Es éste el estado de cosas que nos satisface, que queremos avalar?
Pienso que no. Noo, con seguridad NO!!!
Jamás se me había pasado por la cabeza algo de este calibre, asiesque a mi regreso a Santiago pregunto en un par de "Prontos" y la respuesta es la misma. Cuando los clientes roban, los empleados pagan.
Si esto es efectivo...¡aquí, hasta a Maquiavello se le acaba el lápiz!
Flor de diseño de negocio! Porque es cuestión de mirar para darse cuenta que detrás del despliegue de cosas ricas tamaño bolsillo, a la altura de la mano, coloridas y sin ninguna protección, hay una intención. Es una disposición de los productos que no contempla su resguardo, como si los chilenos, en vez de chilenos fuéramos suecos, y el robo (sobre todo si es de una caluga!) no fuera considerado delito de caballero o pecado venial.
Como en la antigua propaganda...La Polar, llegar y llevar, porque las cosas están ahí guiñando el ojo, provocando a niños y adultos. Es como si el pago del chocolate o del hot dog fuera un acto voluntario. Si quiere paga, si no quiere no, total, si usted no paga, pagan los empleados! Mientras para la Empresa, el robo equivale a una venta, para los empleados opera el sistema del "sueldo variable" pero al revés. En vez de bono tienen descuento y nunca saben, finalmente, cual va a ser su ingreso mínimo.
¿Qué nos está pasando?
Al parecer, hemos instalado la idea que no hay alternativa posible al modelo económico, sin preguntarnos si entendemos sus verdaderas dimensiones y sus posibles consecuencias.
Hace unos días escuché de la historiadora Sofía Correa la siguiente frase: " Nos hemos convertido en una sociedad atomizada, que tiene un DISEÑO de atomización por temor a la organización social".
Claramente "los que dan tranbajo" la llevan. Del empresario visto como motor económico, hemos pasado a ver al empresario como una especie de mescenas.
A la autocomplascencia de quienes dan-damos-trabajo, se suma una clase política distanciada de la sociedad (izquierda incluída!!), reacia a tocarle un pelo al modelo, no se le vaya a despeinar el moño.

Sigo pensando en la mujer que llevé en el auto, la que quería ver a su Camila, a la que "soltaron" de la pega a una hora en que estaba claro que iba a perder la micro, a la que le descontaron por meses los robos de los clientes del Pronto, la que manda la plata desde Santiago, junta los días de salida y parte cada dos meses a ver a su guagua, porque "ya no aguanta"...!
Señoras y señores, que duda cabe, nuestra patria es un país de contrastes! La mala noticia es que si seguimos alimentando a destajo a este animal de tres cabezas que nosotros mismos hemos creado, los chilenos y chilenas como la mamá de la Camila, no sólo nos van a despeinar el moño, sino que se van, y con razón, a soltar las trenzas!

sábado, 4 de marzo de 2006

De amor y pasión es la vida de los grandes, II Acto

OJO: La historia, así como los personajes, son puro cuento. Cualquier coincidencia de nombres o situaciones con la vida de sus lectores o de su parentela, es casualidad.

REMEMBER: La Gladis es empleada en una tintorería, y tiene como pasatiempo, llevarse la ropa de las clientas para cerretear el fin de semana. Un sábado "toma prestados" un traje de novia, un "pinguino" y un abrigo de terciopelo. La idea es jugar al matrimonio con la Mabel y el Mauro, sus amigos. En el bolsillo del abrigo aparece una nota de un abuelo, conminando a su nieta -la dueña del abrigo y futura portadora del vestido de novia- a desistirse del matrimonio con el nieto del hombre causante de una tragedia familiar. La Mabel, que se puso el vestido de novia para la pantomima matrimonial, comienza a desvanescerse y cae en trance, al mismo tiempo que el vestido se mancha de sangre a la altura del corazón...
Es el mismo vestido que tiene puesto Adriana, la abuela de la futura novia, 50 años antes, mientras trata de leer una carta que le entrega la empleada. Se la manda Gonzalo Serrano, el hombre al que de verdad quiere, a pesar de estar a un par de horas de casarse con Morandé, su novio oficial.
(para mejor entendimiento de tanto enredo, leer el primer capítulo)

ACTO II


Los gritos de la Adranita se escuchaban a cuatro cuadras. Encerrada en el baño, la pobrecita pateaba la puerta que daba miedo, mientras la señora Lucía me llamaba a gritos:
Fresiaaaa, más fuerte, Fresiaaaaaa, asiesque tú, mujer malagradecida, contrabandeaste la carta! Patitas pa la calle te voy a poner por meterte en lo que no te importa!
Y yo diciéndome...Vieja asquerosa, arma tanto escándalo cuando ya en la mañana me quitó la carta que don Gonzalito me entregó cuando salí a barrer la calle. Lagartija, pensé, eso... parecís lagartija, mientras veía como sacaba la punta de la lengua y leía la carta. Como gata de campo entrecerró los ojos y afiló las garras. Ni me atreví a abrir la boca cuando me dijo:
"ahora le vas a entregar la carta a la Adriana delante mío, pero si se entera que yo ya se de la cartita ésta, te vas a acordar de mi por el resto de tu vida, me entendiste?!
Igual que Judas que delató a nuestro Señor Jesucristo con un beso, yo le puse la carta en su manito a la niña Adriana. Lo que más me dolió fueron sus ojos sorprendidos, ilusionados, que le duraron harto poco, porque en cuanto le pasé la carta, doña Luciá armó la escandalera, con que qué tienes en la mano niñita, con que no andarás denuevo con la tontera, con que Meche empújala al baño y yo viendo como la Adrianita defendía su pedazo de papel, sin poder hacer nada. Le quitaron su carta a tirones y la encerraron.
Don Luis, que había llegado con tanta pelotera, tuvo que leer:

"Adriana
Dile a tu mamá que necesitas descansar.
A las 3 sale por la cocina, junto a la bouganvillia del muro del fondo vas a ver una banqueta. Trépate y sáltalo. Te voy a estar esperando estacionado cerca de la esquina. No lleves nada, tengo todo dispuesto.
Te espero a las tres,
te quiero
Gonzalo

Ahí si que se armó el griterío...¡¡¡¡¡¡¿¿¿¿Qué te dije Lucho????!!!!!! Qué te dije????, Infeliz, la quiere raptar...
-Silencio, mujer! hasta cuando!!! Cómo que raptar, no la escuchas como grita? no te das cuenta, mujer por Dios, que quiere a Serrano? No te das cuenta, en tu ambición, en tu ceguera, que la única enamorada de Morandé eres tú, mijita? Si, Si,...no me vengas con leseras, enmorada de su posición, de su plata, de sus fundos qué se yo! No, no, cállate tu ahora, ya nos hiciste callar a todos, a tu hija, a la pobre Fresia que de puro buena persona entregó la cata, a la Meche, a mi...no te da vergûenza, imponer así tu voluntad? ¿no te da vergùenza y compasión con el pobre pelotas de Morandé que se casa pensando que lo quieren?
-Mire Lucho, no seamos ingenuos...Raimundo Morandé sabe bien que la Adriana está desorientada, pero está seguro que en cuanto se casen...
-Ah, asiesque el huevón de Morandé ¿sabe que existe Serrano? No lo puedo creer... ¿igual se casa? Perdóname, pero hay que ser muy imbécil, muy poco hombre...A ver, Meche, pásame la llave, ¿qué hora es? ah, van a ser las tres, venga mi amor, lávese la cara, sáquese ese vestido de porquería y échese a volar. Lo único que le pido es que pasen donde un cura y se casen como Dios manda.

Partió corriendo desesperada, pasó debajo del parrón, la ví treparse como gatita arriba del tablón, apoyar los brazos y saltar la tapia. Nos quedamos mudos, hasta doña Lucía dejó de maldecir... al acecho, atenta a algo que había estado tramando. Yo ya reventaba sujetando el aire... todavía tenía la ilusión de escuchar el motor del auto, pero fueron pasando los minutos y nada. Por la mierda! dijo Don Luchito, agachó la cabeza y se tapó la cara con las manos. Si en vez de taparse la cara hubiera mirado a su señora, habría visto la sonrisa de gillete en la boca de culebra de esa vieja del demonio!
Nos encontramos a la niña Adriana agazapada contra el tremendo muro, hecha un ovillo llorando solita. Saltó la pobre para encontrarse que no había nadie....y, por supuesto, doña Lucía con "ve mijita la calaña de Serrano? Así honra sus compromisos! menos mal, digo yo, menos mal que todavía estamos a tiempo! "
"Aquí no ha pasado nada!! A lavarse la cara, descansar un poco y vestirse! "
La vieja se salió con la suya. Cerca de las siete Don Lucho y la Adrianita se subieron al Impala y partieron a la Iglesia.

No hubo casamiento más triste, ni vida más triste que la de la niña Adriana.
Fondeada en uno de los fundos de don Raimundo Morandé, se lo llevó suspirando y pariendo niños. Cada guagua era como una venganza del señor contra la señora. Es que ella le hablaba, pero no le hablaba. Como me explico...cuando él le preguntaba, ella le respondía, pero las palabras en su boca eran sonidos sin sentimiento. El le buscó el lado por harto tiempo, hasta que se dió cuenta que nunca iba a penetrar el capullo que la envolvía. Ahí empezó a odiarla. Se puso malo, despectivo, amargado el pobre hombre. ...En eso se lo llevaron por años, la Adrianita ausente, mientras afuera la cosa se ponía cada vez más complicada, y le daba al patrón un motivo más para echar a rodar la rabia.
Don Raimundo iba y venía con el asunto de la escopeta, de que al primero que entre por esa puerta le voy a volar los cocos, que ya no se puede confiar en nadie, son todos unos ladrones, que les das la mano y te toman el codo, que lo que hemos labrado con tanto esfuerzo, que el país está podrido, que la propiedad privada, que los bolcheviques y muchas cosas de esas. Hasta yo me sentía mal, como una pobre intrusa, y eso que se me fué la vida criándole los niños, mientras mi propia guagua me la criaba mi mamá.

Una noche, en el verano, sonaron los campanazos del fundo vecino. Era el aviso, se estaban tomando el campo de los Vicuña. Don Raimundo ni la pensó, agarró la escopeta, se subió a la camioneta y partió como las zumbas. Estaba esperando la camorra, como los toros cuando los sacan de quicio. Nosotras nos quedamos en el comedor, con las niñitas y la señora Adriana, esperando en un aire que se cortaba con tijera.
Derepente pasó algo raro, la Adrianita se animó, se puso nerviosa, atenta como no la había visto en años y empezó a caminar en círculos, como los perros cuando saben que viene el amo. Subió corriendo al baño a soltarse el pelo, bajó a salto los escalones . Cuando abrió la puerta ya se escuchaba el griterío.
Venían unos 40 hombres a pié, con sus picotas, con palos, con palas, otros cuantos a caballo y al final, levantando una polvareda, dos camionetas. Se pararon en choclón frente a la casa, estaban nerviosos. Fuí reconociendo un par de caras, al Morocho, por ejemplo, hijo de Jacinto, inquilino nacido en el fundo igual que yo, que de puro asustado mostraba un palo. También estaba Don Abraham, que a esas alturas arrastraba las patas, pero que siempre fué un relvoltoso de porquería según Don Raimundo. Estaba en primera fila, ahí, poniendo el pecho, aunque, igual que el Morocho, miraba un poco avergonzado y, creo yo, aliviado de no ver al patrón. (El patrón...quien lo mandó a cuidar el corral ajeno y dejar botado el propio...!!!)
Yo, que tiritaba entera, no podía dejar de mirar a la Adrianita. No decía nada, aunque era ella la que tenía que hablar, porque era la patrona. En vez de hablar, le dió por empinarse para mirar sobre la cabeza de esos pobres diablos, igual de mudos que ella, pero harto más asustados. Estaba buscando algo, y ni registró cuando uno de los campesinos le dijo "Señora, con todo respeto..." ....llegó hasta ahí nomás, porque se dió cuenta que ella seguía buscando, y que ni lo veía ni lo escuchaba. Fue en ese segundo cuando mi niña dió un suspiro como un grito, y se tapó la boca con la mano... vimos como salía de la sombra y avanzaba.... 20 años más viejo, 20 años más cansado...el propio don Gonzalo Serrano.

Aunque la Adrianita hace tiempo había pasado los cuarenta, en ese minuto volvió tener veinte años. Con una luz distinta en la cara, caminó el par de pasos que la separaban de Serrano. El la tomó del brazo como si siempre hubiera sido su pertenencia, y sin mirarla todavía, dió dos instrucciones:
¡Rojas!: Lleva a la Fresia con las niñas a la estación y las pones en el tren a Santiago.
¡Catrileo!: incendia la casa y cúidate que no quede nada!

Así los vimos partir, ella caminando sin dar siquiera vuelta la cabeza, como si esa casa, esos hijos, esa vida, hubieran sido algo prestado. El, como si esos pasos ya los hubiera caminado cien veces.
Fué la última vez que los vimos.

Un montón de escombros y tablas quemadas recibieron a Don Raimundo Morandé cuando volvió del campo vecino. Esas horas que estuvo fuera le cambiaron la vida. Ya no tenía casa, no tenía mujer, y lo sacaron a patadas del fundo que había sido de su familia por más de ochenta años.
Se subió como loco a la camioneta y partió a matar a Serrano. Los siguió durante días, ayudado por los dueños de los fundos vecinos. Fue una cacería tremenda, que encarnó todo el odio de esos tiempos. Un domingo, ya casi oscuro, divisaron la camioneta de Serrano. Lo salieron persiguiendo, fueron acortando distancia y lo cercaron como perros a su presa. En esta carrera, algo pasó, la velocidad, un giro mal hecho, una curva mal tomada... la cosa es que el auto voló 60 metros para terminar reventado en el fondo de un barranco, y mi niña Adriana voló con él.

Se habló de la tragedia de los Morandé, de como Gonzalo Serrano, hijo de familia "bien" pero cabecilla de un movimiento revolucionario de izquierda, había secuestrado a la fuerza a la Adrianita por motivos políticos, y que, como sabía que lo iban a matar, decidió desbarrancar el auto.

Con el tiempo se dejó de contar la historia. Los hijos de la niña Adriana vivieron sus vidas, se casaron y tuvieron hijos.
El único que no olvidó fue Don Raimundo Morandé, que se conservó en el escabeche de su propia hiel por muchos años.

(Continúa....)