Nota:
alcances de nombres con Ustedes, mis queridos (y pacientes) lectores o con su parentela, son coincidencia.
Les recuerdo:
El capítulo anterior narró la historia ocurrida a fines de la década del 40, y luego a fines de los 60, entre Morandé, la Adriana y Serrano. Termina con la muerte de estos últimos en el fondo de un barranco...
Ahora volvemos a la situación original, siglo XXI, entre la Mabel, la Gladis y el Mauro.
Me acuerdo que hubo un momento en que no estaba ni acá ni allá, como flotando. Escuchaba a la Gladis y al Mauro que hablaban atolondrados... "-ya pus Mabel, despiertaaaa!!!!, Mauro, llama a la ambulancia que se nos muere la Mabel"
-"es que no me quedan minutos..." "
-"atina, por la cresta! anda a tocarle a la vecina! ...a ver, espérate,!!..parece que está despertando...Mabelcita por el amor de Dios, que te está pasando, despierta huachita, huachi despierta...a ver así, linda preciosa, Mauro tráete aguita...ahora ayúdame a sacarle el vestido... a ver, chuta, pero si tiene enterrado un alfiler de gancho...
-Sientí como algo se me despegó del pecho. Me desperté para ver a la Gladis llorando, con un alfiler de gancho ensangrentado en una mano, y una foto carnet toda chorreada en la otra.
- "Ay ,Mabelcita, no te desmayís denuevo por el amor de Dios! Mira, te enterraste este alfiler de porquería y te pinchazte hasta el tuétano. Esta foto estaba pinchada en el alfiler" me decía la pobrecita mientras hacía pucheros y se limpiaba los mocos.
Yo miré la foto y supe altiro que era el viejo Serrano cuando joven. La famosa Adrianita se casó con Morandé, pero llevaba una foto de Serrano fondeada en el vestido. Bien bonito!
Los chiquillos ni respiraban mientras les fui contando mi sueño. Sueño que por lo demás fué algo distinto, un paseo marcha atrás, en que no era yo la Mabel, sino mi abuela Fresia. Caí en cuenta que mi abuela había trabajado siempre como empleada de la señora Adriana, primero en casa de sus padres, y después, mientras le duró el matrimonio con Morandé.
Cuando les dije a los cabros que seguramente mi abuela bajó del cielo a visitarme para prevenir una desgracia, ya no hubo quien parara a la Gladis...la historia era maní pal mono. Le dió con que: "yo cacho que todo esto no pasó porque si", "cómo que nos están encargando una misión..."
ahí volvió a saltar el Mauro..."ah, no, cabritas, ya van a empezar con la cuestión, ...pero qué te pasa, Mabel, vos te acabai de salvar jabonada, que no te engatuce la Gladis! La cosa se les va a poner super peluda. Misión de qué, por favor...! Yo, ni cagando me meto en esa bolsa de gatos, y menos, de gatos momios!! Fijo que terminamos presos o pagándole algo al banco...!
- Ya nos estábamos agarrando de las mechas, cuando nos dimos cuenta que el maldito vestido denuevo se estaba poniendo hediondo. Más que rápido lo metimos con mancha y todo en una bolsa de basura, le hicimos un par de nudos y lo tiramos debajo de la cama. Después de eso la Gladis decretó que "está clarito" si no hacemos algo, la mina se va a casar con ese vestido que tiene jetta y va a ser infeliz la vida entera. Eso, siesque el abuelo no la mata antes....o le mata al novio". Acto seguido se puso a elaborar su plan.
La "Fase 1", que por lo demás fué la única que explicó, consistía en no limpiar el vestido, dejarlo con la mancha, hasta que llegara la novia a buscarlo el miércoles. "Ahí sonó, porque del miércoles al viernes que se casa, no se lo limpia nadie. Quién se va a querer responsabilizar! Podría mandarlo al Sinc a Sec, pero ahí se lo van a entregar como pa que se lo ponga a las Barbies".
Pasamos el lunes y el martes con dolor de guata, hasta que el miércoles, como a las doce, apareció la famosa Margarita. El Mauro y yo estábamos al aguaite, sentados en un banco en una como plaza que hay frente a la tintorería. Cuando la Gladis apoyó la escoba en la entrada, que era el santo y seña, entramos los dos. La rucia buscó la boleta en una billetera grande con hartos cierres y se la pasó a la Gladis mirando para el techo, como en la luna, mientras le dijo: "vengo a buscar este vestido que estaba para hoy a las nueve".
"Señorita" le dijo la Gladis "con su vestido hay un problema!".
Chuu, la rucia se pegó un guatazo! Abrió tremendos ojos y con la boca chueca gruñó.."Problema????!!!!! me dijiste...problema???!!!"
Ahí la Gladicita estuvo genial, dos cucharadas y a la papa, se las cantó clarito... "mira flaquita, la verdad es que tu tenís problemas harto más grandes que el vestido, y ese vestido, pa que sepai, no podís mirarlo ni de lejos si no querís que se te pegue la mala suerte de tu abuela". "Si te querís casar con Serrano, tenís que hacernos caso!" A estas alturas la rucia estaba con la boca abierta porque la Gladis le estaba dando duro..."Toma" le dijo, y en ese momento, cuando le entregó la carta de su abuelo Morandé (que encontramos en el bolsillo del abrigo de terciopelo) y la foto del abuelo del novio, (que encontramos en el vestido de la abuela) , la Gladis dejó de ser una empleaducha de tintorería. Se transformó en una reina del Tarot. Conocía el destino y lo manejaba a su antojo. Tenía a la flaca comiéndole de la mano. Le contó la historia completa y ni se inmutó para decirle que a veces se llevaba prestada la ropa de las clientas para la casa porque ella y yo teníamos una "misión", y que esta vez le había tocado a su abrigo de terciopelo y al vestido de novia de su abuela, no, perdón, mejor dicho, las prendas la habían elegido a ella, porque así operaba esta cuestión de la ropa y las energías, pero que menos mal, porque así ella la iba a salvar de tanta desventura. Le mostró el vestido manchado con "la sangre del corazón de mi amiga" y le contó de mis "visiones": su abuela Adriana saltando como gata la tapia para arrancarse DE Morandé y arrancarse CON Serrano, de su bisabuela que era el peor de los bichos, una cosa rastrera, una culebra, que había manadado apalear a Serrano, y que solamente había logrado aplazar lo inevitable porque su abuela Adriana igual se había arrancado con su amor, claro que 25 años después y, que esa garrapata, esa sanguijuela de la bisabuela había terminado transformando a Serrano en un loco incendiario que había quemado la casa -"de tu abuelo, cabrita"- había organizado la toma del fundo "de tu abuelo, cabrita" y había terminado muerto con su amante en la garganta de una quebrada. "Qué me decís flaquita?!" Y pa más remate, a vos no se te ocurre nada mejor que casarte con el nieto de Serrano!!!
"Una siempre tiene que ponerse en el lugar del otro y puesta en el lugar de tu abuelo Morandé, yo ni cagando te dejo casarte!
Aquí la pobre flaca no pudo más, se sentó con las patas abiertas en el silloncito de mimbre y dijo suavecito: "entonces ¿qué hago?".
Listo, la Gladis la tenía justo ahí donde quería tenerla, a su merced! De ahí para adelante, la Gladis dió las instrucciones, y la rucia, el Mauro y yo, puro obedecimos. "Por supuesto que te vay a casar, entender al viejo no es lo mismo que hacerle caso puh mijita, pero te queda claro que no podís casarte con ese vestido, no cierto?" Ya, no te aflijai, si por aquí tiene que haber colgado uno que te quede bueno... pero, pensándolo bien,...sabís que más...? Se chantó ahí y no le sacamos palabra.
El viernes a las 7.30 figurábamos la Gladis, el Mauro y yo, en una tremenda Iglesia de la Dehesa. Yo nunca había visto algo más grande, ni siquiera el Templo Votivo de Maipú. La Gladis se puso un dos piezas negro de Givanche, propiedad de la Señora Pía Brown. Yo, "opté" por un vestido sencillo, Cacharelle, también negro, pero de una pieza, propiedad de la Anita Sutil. El positivo del Mauro, por supuesto que salió con que estábamos listas para partir al velorio, pero los trajes discretos eran parte del plan de la Gladis, aunque la verdad es que parecíamos un par de tábanos...
Yo estaba aterrada, y para qué decir el Mauro, que estaba pálido. La Iglesia enorme, esa cantidad de gente elegante como en la repartija de los Oscares, el murmullo que retumbaba, y lo peor, la loca suelta de la Gladis que nos anunció que tenía "todo cachado"."Espérense nomás la sorpresita.." nos dijo un par de veces, con lo que terminaron de parársenos los pelos!
Según ella, lo más importante era reducir al viejo Morandé, que fijo que había ido a la Iglesia con pistola, pero que para eso ella tenía "sus métodos". No nos atrevimos a preguntarle, por miedo a que necesitara un par de ayudantes pero, se las arregló lo más bien solita...
De a poco empezó a llegar la gente. Al rato nos fijamos en un viejo alto, con cara de águila, encorvado igual que su bastón, que avanzó hasta sentarse en la segunda fila, pegado al pasillo principal. Era Morandé, estaba clarito.
La Gladis esperó hasta que la Iglesia estuvo casi llena, y, como que no quiere la cosa, fue diciendo "compermisito, compermisito" hasta que la vimos sentada en segunda fila, entre puros familiares que la miraban con cara de pregunta, al lado de Morandé. Empezó a sonar la música..tan, tatatán, tatatán, tatatán, todo el mundo se paró menos Morandé, y al lado de él, sentada también, nuestra Gladis. ¡Ahí empezó a quedar la tendalada!
Avanzando por la mitad de la Iglesia, pálida y tiritona, venía la Margarita Morandé del brazo de su papá. El papá venía con cara de cordero degollado, porque la novia que traía colgando del brazo no iba precisamente "blanca y radiante", iba VERDE y radiante, una especie de lechuga con zapatos! Detrás de ellos, Serrano junior junior, sonriendo con cara de despistado y levantando de vez en cuando los hombros, como diciendo: a mi no me pregunten, yo no sabía que iba a tener una novia verde. ¡No pus,! como iba a saber, la única que sabía era doña Gladis, que convenció a la novia que no se podía casar de blanco porque sinó, capaz que le fuera como el hoyo, igual que a su abuela etc. etc. y terminó embutiéndola en ese vestido, que por supuesto, robó de la tintorería.
Cuando la caravana iba por la mitad de la alfombra roja, el viejo Morandé se metió la mano al bolsillo, comenzó a sacar la pistola y trató de pararse. La Gladis, que estaba vivo el ojo, zac zac, le dió un tremendo tirón, lo sentó de vuelta y de un sólo manotazo ¡¡¡ LE AGARRO EL PAQUETE!!!. Si señoras y señores, leyeron bién, le agarró el paquete! ¡Ese era el famoso "método"!!Lo dejó clavado en la banca de la Iglesia, más tieso que el cirio del altar, y listo para el infarto. No se movió más. Hizo un amago de putear a la Gladis pa callao y mandarle un par de codazos, pero ella no le aflojó. Le apretaba y le apretaba las gelatinas. El suplicio chino, (o bendición a estas alturas quien sabe) no paró debajo del echarpe de la Gladis mientras estuvieron sentados. Demasiado divertido, a no ser porque el viejo de verdad tenía una pistola y no se sabía hasta dónde el "método" lo iba a mantener a raya. Igual con el Mauro nos sujetábamos la guata mirándole de atrás la cabeza como guinda.
Todavía no nos recuperábamos de la impresión y del ataque de risa, cuando cachamos que algo estaba pasando... Los invitados dejaron de prestarle atención al cura, no podían dejar de dar vuelta la cabeza, algo los atría como un imán. La Iglesia se fue llenando de susurros, el cura se quedó callado y hasta los novios dejaron de mirar al altar y se pusieron de cara a la puerta, que se fue abriendo de a poco...ya no volaba una mosca... Cuando la puerta estuvo abierta de par en par, vimos como avanzaba una pareja a contra luz. El sol de la tarde les pegaba por la espalda y la sombra de la Iglesia les ocultaba la cara. Parecían dos ángeles iluminados. El aire se cortaba con tijera cuando se escuchó un grito, después otro, un golpe de desmayo sobre las bancas...ellos seguían avanzando. El viejo Morandé se fué parando de a poco, apoyado en el brazo de la Gladis. Escuchamos como unas viejitas detrás nuestro decían aterradas..." pero si es la Adriana con Gonzalo Serrano, pero cómo, si están muertos..." y el Mauro que se da vuelta y les dice: Señoras, déjense de leseras.... no estaban muertos, andaban de parranda!
El cura llamó a la calma, invitó a sentarse a la pareja, le echaron aire a los desmayados, casó más que rápido a los que tenía que casar, y la Margarita Morandé, con su traje de novia verde, del brazo de Serrano junior junior, abandonó la Iglesia. Detrás de ellos, la procesión.
Morandé junior con su señora, Serrano junior con su respectiva, la abuela Adriana con su Serrano incendiario, y cerrando el carnaval, nada menos que el patriarca Morandé, más perdido que el teniente Bello, y arrastrando las patas... ¡del brazo de la Gladis!
Ha pasado más de un año de esta historia. Nació el primer Serrano Morandé y todos felices.
Feliz la Margarita, que nunca quiso devolver el traje verde que le robó a la Tuca Ovalle.
Feliz la abuela Adriana , que empezó a cruzar más seguido la frontera para regalonear al bisnieto, el cordón umbilical de las dos familias.
Serrano y Morandé hicieron las paces inclinados sobre la cuna.
El viejo Morandé renació, empezó a florecer, se compró 30 corbatas nuevas, y ahora, todos los días, como a las once, camina silbando hasta la tintorería de la Gladis. Entrega una corbata, recoge otra, y se vuelve silbando...
Andrea:
ResponderBorrarGenial tu tercera parte y final del cuento. Hacía tiempo que me hacía la pregunta ¿cómo irá a salir de este embrollo? Y me encantó y te felicito por tu maravillosa imaginación y capacidad de mantenerel suspenso hasta el final y tí especial sentido del humor
Mutto
Genial, Genial!!!
ResponderBorrarQué manera de escribir bien, de hacernos adorar a tus personajes!
Me enamoré de la Gladis. Cada vez me fascina más tu particular manera de mirar el mundo.
Con ese humor y ese talento, puedes llegar hasta dónde quieras llegar
Si ,podrás llegar lejos con esa pluma maravillosa.
ResponderBorrarfelicitaciones
arrrrrrrrrrrrrrrrr!
ResponderBorrargracias a aguirre bello,qien me paso la voz de la ubicacion de tu blog,pude devolverte el saludo,estimada Andrea!
Por lo q leo,tu estilo narrativo atrapa al lector y le agregas gracia,dinámica y buena prosa.Felicidades!
Saludos desde Perú,arrrrrrrrrrrr!
Toñito Ilustrador
Buenìsima esta historia de la Gladis, su tintorerìa, sus payasadas de fin de semana con ropa ajena, y la mansa historia a partir de una carta en un bolsillo de un vestido de novia.
ResponderBorrarEl lenguaje, genial. dirìa que completamente contextualizado a cada època, en los modismos propios de cada grupo; comiquísimo en muchas vueltas. Andrea, este territorio es todo tuyo, solo falta que salgas a campear a campo travieso.
Debo decirte que releì toda la historia completa de nuevo, para saborearla entera.
Historia llena de imágenes, veloz, con la locura de una pluma exquisita. ¡¡Grande Andrea!!...y qué humor, que sutileza, que inteligencia
ResponderBorrar"Serrano y Morandé hicieron las paces inclinados sobre la cuna", que imagen notable, Andrea.
ResponderBorrarVaya Andrea, los vericuetos que tiene la vida. ¿lo mejor de tu cuento? "un paquete, 30 corbatas y un feliz silbido" :)
ResponderBorrarComencé a leer este cuento sintiendo curiosidad, luego mucha tristeza y terminé riendo a carcajadas.¡gracias!
La Gladis es un regalo, ya estás atada a ella, ¿lo sabes no?, tu público la pedirá más y más.
Un abrazo,
Iris
Esta mujer es un fenómeno de la escritura! Se mueve en los distintos mundos cómo si fueran propios, amarra el humor con la poética, es transgresora, viste a su novia de verde, hace renacer a un viejo amargado "agarrándole el
ResponderBorrarpaquete", sus personajes están dispuestos a a pagar los costos de Amar con mayúscula, los pelea, los reconcilia "inclinados sobre la cuna" (¡¡que notable!!, mantiene el suspenso.. y todo esto como un ciclón. Este es un cuento-película, imágenes de primera, personajes delineados con gran fuerza, situaciones de carcajadas y una forma de escribir
SUPERIOR!
Cuánto de la Gladis y cuánto de la Adriana hay en la Andrea Brandes?
ResponderBorrar...a propósito, de parte de mi tía Tuca: ¡¡¡Devuélvanle el vestido!!!
Felicitaciones, este cuento es de película.
Jajajajajaá. ¡Magistral!
ResponderBorrarLa agarrada de paquete le agarró el alma al veterano silbador.
Claro que da para una buena película.
Abrazo,
AA