jueves, 29 de junio de 2006

Gimnasia

Llegó el tiempo, se cumplió el plazo fatal. Ya no disimulo el sobrepeso y necesito hacer gimnasia. Me sobran rollos carnales y mentales, mucha grasa y pocas endorfinas. Me inscribo en un gimnasio y al cuarto mes de cargo automático a mi cuenta corriente, me animo a ir a mi primera clase de gimnasia entretenida . Llego vestida como el pariente pobre, con un pantalón de buzo de una de mis hijas, que me queda corto, y una polera con un loro verde, que ocacionalmente uso de pijamas. Menos mal que salvan las zapatillas ( primera postura) . Antes de entrar, ya estoy transpirando. Se me olvidó la clave y tengo trancada la cola.
Llego a la sala de baile-gimnasia. Frente a un espejo descomunal, se instalan las mujeres por orden de jerarquía. Es un orden tácito que descifro apenas entro. En primera línea, con vista panorámica de si mismas, están las atléticas, las más jóvenes y una que otra añosa fiel que se sabe los pasos. La segunda fila se compone de ambiciosas ascendentes y de unas cuantas pobres que fueron desplazadas a codazos. En tercera fila bailan las resignadas, las despreocupadas, las piolitas y las que están dando pecho.
Y está la cuarta fila, la última en la escala social. Ahí bailan las recién llegadas, las gordas, las tiesas, las señoras mayores, las tímidas y todas las pobrecitas que están acostumbradas, por una cuestión de supervivencia emocional, a evitar el espejo.
Aterrizo, está claro, en la cuarta fila. A la voz de maaambooo! parten todas en una dirección. Intento llevar el paso y, según yo, voy bastante bien, hasta que en un giro de cabeza no puedo evitar fijarme en mi vecina. Quedo hipnotizada, clavada en el piso. Es una señora gorda, con cara de buey, vestida con malla de leopardo, polera de leopardo y "colett " de leopardo, del que emergen unos pelos amarillos, como un crisantemo mustio. Entre pantalón y polera, una franja de guata desnuda, amarilla como el crisantemo de la cabeza. Apenas se mueve, intenta un paso, no le sale, vuelve a probar, tampoco, intenta una pirueta, gira lentamente sobre su eje y se contempla los piés con mirada bovina, como si no pudiera creer tanta agilidad. A estas alturas ya resopla. Confieso que yo también, además hace rato que ando perdida. La clase va tomando el ritmo frenético de las bailarinas de la primera fila, pilas duracel que se nutren del hechizo que les provoca verse en el espejo. Atrás, en la cuarta fila, la anarquía es total. Leoparda arrió la bandera y está apollada contra un muro, respira con la boca abierta. Dos bailarinas intentan reponerse de un choque frontal por problemas en la interpretación del paso de salsa.
Otra señora, muy digna, mantiene siempre el mismo paso (creación propia). No le preocupa si adelante bailan cha cha cha o cumbia. Leoparda se incorpora. No puede resistir el frenesí de tanta mujer auyando "devoooorame otra vez, devooooorame otra vez", vuelve gateando a la pista... la cosa está que arde...devoooooorame otra vez.....!!!!( siento compasión por los maridos).
Yo ya no le apunto ni al cuarto bote, errática no entiendo porqué parten cuando parten, porqué giran, porqué avanzan, aunque está claro que el cuento tiene una lógica, porque de hecho, a una seña del profe, todas avanzan de costado, como una marejada, tiritan con los hombros, mueven los brazos. Decreto que me carga, que me da verguenza ( propia y ajena) y decido no volver.

Han pasado dos meses desde mi primera clase. El contrato por un año, con cargo automático a la cuenta corriente, me convenció de hacer un nuevo intento....y ahí estoy, avancé a la tercera fila, me acomoda, creo que es mi pertenencia natural. A veces me toca al lado de una niña que acaba de tener su séptima guagua. Seguramente está aprovechando los dos meses de recreo antes de quedar esperando la octava. No puedo dejar de acordarme del Negro Piñera, que dice que él no es del Opus Dei, que le gusta más el Opus Night.
Aunque nunca le voy a achuntar a todos los giros y cambios de pasos, voy progresando. He transpirado  como nunca, no he bajado un gramo, pero me dicen que estoy "más firme" (cosa que me ofendió su poco). Lo principal es que el ejercicio hace bien para la cabeza. No por las endorfinas, -puro marketing- sino por el consuelo de saber que para sanarse  de los rollos mentales, no se necesita hacer gimnasia.  
La jaula de las locas sigue igual de loca,  aún que reconozco que tiene su mérito atreverse a bailar en primera fila...y adorarse.  A una de mis compañeras de dancing, la pillé (chanchita) tirándose un beso. ¿Y qué importa (mamá) si sus besos la hacen feliz!!!? 

Pensándolo así...en una de estas, lo que a mi me falta, es ponerme malla de Gatúbela, solidarizar con Leoparda para armar "masa crítica", avanzar con mi partner a codazo limpio hasta la primera fila, chantarnos orgullosas frente al espejo y bailar cantando a gritos: "PERO MIRA COMO MUEVE, LA COLITA, PERO MITRA COMO MUEEEEVEEE...!!!

13 comentarios:

  1. Genial; me he reido a carcajadas en la contención propia de leer en una casa que duerme a las 4:45 de la mañana.
    Gracias.

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  2. No hay sanidad mayor que la que nos permite reirnos de nosotros mismos.

    Gracias por ese viento fresco que nos traes.

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  3. Hola Andrea....qué identificada me sentí....ojalás Leoparda no haya perdido su ímpetu y que tú sigas moviéndote al candente ritmo del "Azucar"...muchísimas felicidades porque como escribes es demasiado entretenido leerle..
    Ximena

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  4. Buena historia, de gran prolijidad y extraordinario sentido del humor. Buen desarrollo y buen final.

    Te felicito y te invito a ver mi blog.
    www.elojoizquierdo.blogspot.com

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  5. Escribes de maravilla, eres una poeta y una escritora escondida. Lo que le escribiste a la Negrita el día de su cumpleaños me hace pensar que tu camino es este. Querida Amiga, me encantó encontrarte en el blog. Yo estoy empezando en esto, me faltan algunas clases de una experta como tú. Un besito grande.

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  6. Mientras trataba de leer en voz alta esta "gimnasia" a mi socia, me faltaba el aire para seguir...demasiado divertido...es que me imaginaba la situación...me llegó a dar hipo, te juro.

    Quién es el ideólogo de los BLOG?
    Que buena manera de comunicarme contigo y con el planeta, MUY BUENA!

    No pares de escribir porfa: GENIAL!
    Escribes descueve!!!!
    Besos.

    Angela Prieto

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  7. Andi... que quieres que te diga... me rei muchisimo... te pasaste!
    Un beso
    Eli

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  8. Andrea ... describes super bien el ambiente. M eimaginé a la Leopardo a la perfección. Un grak dntro de mi agutada mañana.

    Matías

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  9. QUERIDA ANDREA: ME ENCANTARON TUS CLASES DE GIMNASIA. YO SOLO PUEDO HACER "GYMBRAIN". LAS IDEAS LAS PASO DEL HEMISFERIO DERECHO AL IZQUIERDO Y VICEVERSA. DEBO DECIR QUE ME RESULTA MAS FACIL TRASPASAR UNA IDEA DEL HEMISFERIO DERECHO AL IZQUIERDO Y NO VICEVERSA. BUENO, DEBE SER UNA MALFORMACION ORGANICA.
    TE FELICITO, UN ABRAZO, JORGE RAGAL

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  10. Andi, me rei mucho con tu historia... de verdad escribes muy bien, ahora me imagino a leoparda y me rio solo... saludos!
    Nico

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  11. Andrea,

    Es terrible... es patético... pero es así... y cuando uno lo acepta, lo enfrenta y finalmente forma parte de la "jungla" que va tres veces a la semana a bailar al gimnasio (aunque suene penoso y extrañísimo)... creeme... es difícil dejarlo... ya es parte de tu vida.

    Lo que es yo...llevo meses sin visitar a mis amigas las leopardo.

    Saludos,
    Paula

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  12. Has descrito con maestría lo que observo en el gimnasio a los bailarines y bailarinas entretenidas.
    Genial

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  13. jajajaaj excelente !!! y muy cierto por lo demás !! quiero leer más de esto !

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